La gran aventura intelectual del surrealismo agrupó, en los primeros años del siglo xx y a la sombra no siempre protectora del movimiento Dadá, a un reducido grupo literario que acabaría pronto con los gestos y actitudes de la vanguardia rezagada. Contaminó e hizo suyas pintura, escultura, cine y solo la música parece haber estado fuera de su influencia. Intervino en política con la contundencia de una izquierda sin ataduras, ajena al escalafón y al consenso, uniendo a Marx y a Rimbaud en una frase que ha hecho fortuna: «Objetivo triple e indivisible: transformar el mundo, cambiar la vida, rehacer de arriba a abajo el pensamiento humano».
A despecho de ellos mismos que siempre se consideraron al margen del orden establecido, fue la literatura su campo de acción y en muchas ocasiones su campo de batalla. André Breton, Paul Éluard, Benjamin Péret, René Crevel, Antonin Artaud, Louis Aragon y Tristan Tzara forman parte de la literatura francesa del siglo xx. Saber lo que se quiere era una forma de ser del surrealismo y nunca se encontraron a gusto en el escalafón de los manuales: «Desaparecer es triunfar» (Éluard, 1921), «Cuando no se tiene genio el consuelo es tener éxito» (Leiris, 1929), «Es precisa la perseverancia para llegar al fracaso» (Chavée, 1958).
Repertorio de ideas del Surrealismo (1919-1970) reúne textos publicados en libros y revistas, muchos de ellos de difícil acceso para el lector actual. Recoge una parte importante de la agitada historia del Surrealismo y de la actitud de los surrealistas sobre los problemas de su tiempo. Su contenido, a pesar de diferentes autores y de un largo periodo de más de cincuenta años, tiene un carácter, un tono que lo recorre y lo identifica.