El 4 de julio de 1845, Henry D. Thoreau se mudó a una casita de madera que había construido a orillas del lago Walden, no muy lejos del centro de Concord, Massachusetts, donde había nacido en 1817. Permaneció allí dos años, dos meses y dos días, escribiendo, observando el entorno y experimentando con su vida; el resultado fue un libro, Walden, que acabó convirtiéndose en un clásico universal. Como tal, Walden sigue inspirando réplicas, secuelas e interpretaciones muy diversas; en estos ensayos entre lo biográfico y lo académico, más que elaborar una «teoría Thoreau» se propone una lectura personal de varios temas inspirados en su obra, explorando su relación con el paisaje, la filosofía, los estimulantes, la democracia, el fracaso, la poesía o la ciencia, entre otros temas. ¿Qué podemos aprender aún de Thoreau? ¿Cómo se relaciona su experimento con la cultura contemporánea? ¿Qué significa hoy construir, habitar o abandonar una casa en Walden? Estas páginas muestran a un «filósofo natural» siempre sorprendente cuyo ejemplo, tan familiar como elusivo, sigue siendo un antídoto contra la desesperación.
[...] Tal vez vivir en Walden sea simplemente esforzarse por vivir una vida más ética, es decir, más deliberada y mejor elegida. Dondequiera que alguien intenta educarse, mejorar, aprovechar el tiempo, eso es Walden. No es un sitio fijo, sino un lugar de tránsito, porque esa mejora nunca va a ser absoluta, siempre vamos a estar mejor o peor, y no hay garantías de progreso. [...] Si lo que Thoreau extrae de su estancia en Walden no es un beneficio económico sino ético, si lo que persigue es adquirir unas virtudes más que alcanzar una imposible autosuficiencia, entonces el experimento no fue tan fallido. [...]