«Si la literatura es un milagro es también porque nos hace vivir por un rato en un mundo pardo, poblado de oficinistas y chupatintas, de botellas de coñac y tipos oblicuos, y que no queramos, como en este libro, que se acabe». —Ignacio Peyró
«Magnífica secuela de Los seres queridos, Las horas muertas está poblada de personajes espléndidos y protagonizada de nuevo por el inolvidable Viberti, que trata de ubicarse en una ciudad que le tendría que levantar una estatua. Tan adictiva como su predecesora, la nueva novela de Jorge Alacid me deja con muchas ganas de una tercera entrega». —Quique González
«Literatura barojiana y muy negra la de Jorge Alacid, bienvenida rara avis de nuestra ficción criminal. Alacid regresa con Viberti, su emblemático personaje en Las horas muertas. Que nadie se lo pierda». —Marina Sanmartín
«Al igual que en Los seres queridos, las andanzas de Viverti y esa cofradía de perdedores maravillosos me lleva de la mano por un pasado que se te aparece como si recobrara la vida. Esa es una de las grandes virtudes de tu novela, la capacidad de zambullir al lector en un mundo en sepia, en blanco y negro, donde la heroicidad es lidiar con los azares de la vida. Las descripciones, la forma que tienes de describir el paisaje y el paisanaje es una jodida pasada. A ratos uno cree que está allí, en las escaleras de ese chalé, en la residencia charlando con Canario o sesteando entre bedeles y secretarios de ayuntamiento mientras se prepara para otra batalla, dialéctica, con el corrupto de turno. Todos conforman esa ciudad imaginaria que podría ser cualquiera y son todas». —(De una carta de Agustín Pery al autor)
España. Finales de la década de los setenta del siglo xx. Viberti —aquel periodista de raza que nos cautivó en Los seres queridos—, dejándose llevar por la corriente, cambia la dirección de un periódico de provincias por la dirección del gabinete de prensa del alcalde de la ciudad. Un cambio que poco a poco le arrastrará hacia el lado más oscuro de la vida y de sí mismo. Y pronto, como sin quererlo y quizá para esquivar el tedio, encontrará una apasionante actividad: la búsqueda de desaparecidos.
Este es el arranque de Las horas muertas, una novela que comienza allí donde termina Los seres queridos —aunque son historias completamente independientes—, y con la que Jorge Alacid nos vuelve a regalar un plantel de personajes tan pintorescos como inolvidables que pululan por un mundo que aún no se sabe a ciencia cierta si está naciendo o está muriendo.
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