La miel
Traducción del romañolo de Juan Vicente Piqueras Salinas
Logroño, octubre 2018
Primera edición
ISBN 978-84-17386-13-9
112 págs., 14.5x21 cms.
Encuadernación: rústica con solapas
PVP: 14,50€
Precio web: 13,77€

La miel

La miel es el relato del abandono de la gran ciudad con «todas esas uñas delante de la boca» y del regreso a los sabores y lugares de la infancia, a un pueblo donde vivían mil doscientas personas y ahora solo quedan nueve, uno de ellos el hermano del autor.

La miel es la historia del rudo amor entre esos dos hermanos. Pero no solo es eso: es una película, el amarcord de una aldea abandonada; es la odisea silenciosa de esos últimos habitantes, esos nueve; es un canto a la civilización campesina, a los últimos ancianos; es el réquiem por su extinción.

La miel es una rareza, un libro mágico, inagotable, que recoge como hojas secas, como agua de lluvia, las visiones, maravillas y miserias de los últimos días de un puñado de ancianos en su aldea.

La miel es un libro de cuentos. La miel es poesía. La miel es un milagro.

Para Tonino Guerra, La miel fue también el regreso a la poesía en verso, y al dialecto romañolo como lengua poética.

 

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Presentamos, en edición bilingüe (romañolo-castellano) de Juan Vicente Piqueras, uno de sus libros más originales de uno de los autores más singulares del siglo xx europeo.

[…] Tonino Guerra lo transforma todo en relato y en poesía: a viva voz, por escrito o en las secuencias del cine, en prosa o en verso, en italiano o en romañolo. Hay siempre un relato en cada uno de sus poemas; hay siempre poesía en cada uno de sus relatos. Y poesía quiere decir una experiencia precisa, concreta, inesperada, con un sentimiento dentro y el acento de una voz que te habla. Por eso La miel es un libro que cada año que pasa es más hermoso, y dentro de cien años todos aprenderán el romañolo para leer en versión original los días de estos dos viejos hermanos. Y envidiarán la suerte que tenemos los que somos amigos de Tonino y, de vez en cuando, oímos sonar el teléfono y es él que no ve la hora de contarnos la última. […]—Italo Calvino

[…] En los años ochenta, Tonino Guerra regresó al país natal, en la Romaña. Se estableció en un pequeño lugar, Pennabilli. Un lugar alto desde donde contemplar «la infancia del mundo». Allí se dedicó con más intensidad a la poesía, que escribía en gran parte en romañolo. Se apartó de la celebridad, pero lo suyo no fue una fuga. Al contrario, Tonino Guerra, que falleció en 2012, trabajó hasta el fin en la producción de pensamiento sutil. Cada lugar de la tierra percibe el pensamiento de quienes la habitan. Por eso en Pennabilli el paisaje es también sutil. Los poemas han quedado como lugares. Las palabras, al nombrarlos, protegen los bosques y los huertos, y la naturaleza corresponde. […]—Manuel Rivas. El País

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