Diarios (2004-2007)
Logroño, septiembre 2011
Primera edición
ISBN 978-84-938349-9-9
196 págs., 14.5x21 cms.
Encuadernación: rústica con solapas
PVP: 15,00€
Precio web: 14,30€

Diarios (2004-2007)

Sobre el primer volumen se ha dicho:

«Un diario formidable».—Enrique Vila-Matas

«Un ejemplo de naturalidad y agudeza».—Antonio Muñoz Molina

«Cada página, escrita siempre como al desgaire, sin levantar la voz, es un prodigio de ironía e inteligencia».—José Luis García Martín (El cultural, ABC)

«Acierta tantas veces y tan a menudo que se siente la tentación de creer que es un personaje de ficción o una obra maestra rescatada de algún remoto tiempo pasado. […] Solo puede tener razón con tanta frecuencia y humor quien ha descreído de casi todos los sermones».—Jordi Gracia (El País)

«A Iñaki Uriarte me gustaba verlo como un gran lector, como un hombre muy inteligente y sensato ágrafo, un radical del silencio. Pero un día me sorprendió mandándome unos fragmentos del formidable diario que había estado escribiendo a lo largo de los años. Me pareció tan bueno lo que leí que aún no me he repuesto de la impresión. Le envidio porque es libre».—Enrique Vila-Matas

«Iñaki Uriarte ha sido uno de mis grandes descubrimientos del pasado verano. [...] Me dio una gran alegría descubrir que en la portada del libro que leí (Diarios, 2004-2007) decía “segundo tomo”, porque había leído “segunda edición”. O sea que hay un primero, me dije, y corrí a por él. Del mismo modo me apresuro a recomendarlo. [...] Uriarte, como Baroja, no acepta las verdades recibidas. Todo lo repiensa varias veces, pero sin obsesionarse, sin necesidad de predicar o convencer».—Marcos Ordóñez (El País)

Continúa la buena racha y casi no apunto nada. En algunos momentos pienso que cinco años tomando notas me han curado de la necesidad de tomar notas. De todos modos, espero seguir con estos archivos, a los que vuelvo a veces como quien vuelve a casa, y soy yo mismo el que me abro la puerta y me recibo y me doy conversación. Esencia del pensamiento conservador: creer en las elites, creer que hay personas mejores que otras y que se merecen más. Y lo que suele ser risible: creer que tú eres una de ellas.

*

[…] Todos mis antepasados tuvieron hijos. No deja de asombrarme que yo vaya a ser el último de esa larguísima fila que comenzó en algún lugar de África hace muchos miles de años. Y de asustarme. Da la impresión de que uno no tiene derecho a volver la mirada hacia atrás y decir: «Hasta aquí hemos llegado». La satisfacción del deber cumplido. ¿Y la del incumplido? ¿La satisfacción de mandar a tomar vientos una tarea supuestamente ineludible? A cuántas cosas nos gusta llamar «deberes». […]

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