Carolina León

Carolina León

Pocas niñas salían escritoras en los extrarradios de Sevilla en 1974. Con seis años escribí un relato. Tenía tres líneas y cinco faltas de ortografía. Con dieciséis, me dejaba explotar en trabajos de periodista. Estudié la carrera que me entusiasmaba. Luego casi me hago empresaria de hostelería. Migré a Chile en 1999, al tiempo que Pinochet era detenido en Londres. Puse mi granito de arena en la caída de las puntocom locales. Volví a Madrid en 2003. Aznar, presidente. Puse mi empeño en la caída de la prensa cultural gratuita, ese engendro. Me hice un pequeño currículum, mientras cuidaba de dos niñes pequeñes que quiero con devoción. Algunas personas me confiaron capítulos o prólogos: CT o la cultura de la transición (Debolsillo, 2013) y Cuerpos marcados (Bellaterra, 2019). Colaboré en la reedición de Nacemos de mujer (Traficantes de Sueños, 2019). Pepitas publicó mi ensayo Trincheras permanentes (2017). Formo parte del colectivo cultural y político Traficantes de Sueños desde hace una década. Me siento más cerca de la gen z que de la gen x, y entre medias hay tantas historias que contar.